Unos días antes de su aterrizaje en Madrid para dirigir dos conciertos en el ciclo de Ibermúsica (hoy y mañana), Simon Rattle acaba de realizar una apasionada defensa de la importancia revistas musicales. Al agradecer el reconocimiento de Gramophone, que lo ha nombrado su “Artista del Año”, el director británico ha recordado su primer encuentro con la crítica musical, hace ya seis décadas. Y ahí continúa, fiel a la publicación.

Rattle regresa esta semana a Madrid

Frente a los augurios pesimistas de influencers como Normal Lebrecht, que vaticinan el inminente final de la crítica musical, Simon Rattle reivindica el legado imperecedero de las revistas musicales que, en buena medida, le han acompañado y servido para la forja del gran director en que ha logrado convertirse mediante el análisis, el estudio y la comparación.

“Tenía diez años cuando empecé a gastar mi paga en Gramophone. Durante sesenta años, esta revista me ha iluminado y me ha brindado una visión de las distintas posibilidades de interpretar la música gracias a todas sus reseñas y artículos”, afirmó Rattle durante la aceptación del premio de “Artista del año”, el pasado fin de semana.

Y añadió: “Como decía mi querido y añorado colega Libor Pešek: ‘La maleta’. Simon, en estas piezas hay que meter muchas cosas en una maleta, pero hay cientos de maneras diferentes de organizarlas. Esto es una de las muchas cosas que aprendí de Gramophone“.

Rattle regresa esta misma semana a Madrid para participar en dos conciertos del ciclo de Ibermúsica en el Auditorio Nacional. Al frente de la prestigiosa Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunk, una de las más reputadas orquestas europeas, de la que es director artístico desde 2023, dirigirá hoy un programa que se inicia con la rapsodia orquestal Taras Bulba, de Leoš Janáček, inspirada en la novela homónima de Nikolái Gógol, donde describe episodios de una guerra entre cosacos y polacos y despliega un vibrante retrato sinfónico del héroe y su trágico destino.

Tras esta pieza, llegará la monumental Sinfonía núm. 7 de Anton Bruckner, en la que su creador construyó un discurso sonoro que transita desde la serena contemplación hasta la majestuosidad, e incluye uno de los movimientos de mayor calado en el repertorio sinfónico, el célebre Adagio en homenaje a Richard Wagner. La obra sirvió, además, como leitmotiv para la banda sonora de Senso, la gran película de Luchino Visconti.

Y mañana, en el mismo Auditorio Nacional, Rattle y su orquesta bávara ofrecerán un segundo concierto con la Sinfonía núm. 2 de Schumann, que se adentra en la compleja psique del compositor y en su lucha interna con la depresión. El propio Schumann escribió: “Empecé a sentirme más como yo mismo en el último movimiento, y sin duda estaba mucho mejor cuando terminé la obra”.

Además, Rattle añadirá El pájaro de fuego de Ígor Stravinski, la partitura compuesta para los Ballets Rusos de Diaghilev que relata un cuento de criaturas sobrenaturales y héroes legendarios en el que la instrumentación colorista, el exotismo de las melodías, los gestos cromáticos y la riqueza rítmica marcan una ruptura con el romanticismo tardío y anticipan el nuevo lenguaje orquestal que el compositor utilizaría en sus ballets posteriores.